El plátano es la fruta que menos pereza me da comer. Porque me da mucha pereza comer fruta, las cosas como son. Pero el plátano no me da tanta, se pela con mucha facilidad sin necesidad de herramientas (a diferencia de la naranja), y una vez comido, no deja residuo (a diferencia de la manzana). Además, se come en tres o cuatro bocados (a diferencia del melón), y eso es importante, porque es sano comer fruta, pero aburrido hasta decir basta.
Voy a hablar del plátano sin utilizar metáforas sexuales.
En el helado de hoy se han juntado dos sabores que yo nunca pediría para un helado:
El plátano.
El chocolate.
Plátano y chocolate han juntado sus poderes anti-heladosos en una alianza de la que nada bueno puede salir. Y es que, aunque no está malo, el de hoy es el anti-helado. Hay que reconocer que el helado de plátano es muy raro, una cosa es un banana split, vale, eso sí, pero, ¿helado de plátano así sin más directamente? No, gracias. Y bueno, como ya dije, el chocolate y el helado son contrarios, pero ya hablaré de ello cuando llegue el helado de chocolate.
En fin. Sabe a batido de plátano. Al casero, al que te haces mezclando leche y plátano y batiéndolo con la batidora. Pues a eso sabe. El chocolate debe ser flojillo, porque no se impone mucho al sabor.
Un 4.
No hay comentarios:
Publicar un comentario